Sexo y drogas
"La excusa es quedar para tener sexo, la realidad es quedar para drogarte". El duro testimonio de adictos al 'Chemsex'
Jornadas maratonianas de sexo y droga. Quedadas clandestinas camufladas en aplicaciones para gays. Adictos a la 'mefe' y el GHB, estimulantes de la excitación sexual. Las 'Chemsex' empiezan a ser un problema de salud pública que disparan las cifras de enfermos de sífilis, gonorrea y VIH.

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"Mamá te llamo desde el hospital. Me dio una sobredosis de GHB y caí muerto. No te asustes con lo que te van a contar. Tengo un problema con los chill, que son las fiestas con hombres durante días en pisos privados. Por eso llego tan delgado a casa y tan mal. No sé qué hacer y necesito tu ayuda". Jesús recuerda entre lágrimas la llamada que hizo a su madre cuando tocó fondo. Cinco años antes había conseguido el sueño que había perseguido desde niño, ingresar en los GRS, un cuerpo de élite de la Guardia Civil. Las adicciones lo truncaron. Sumergido en una doble vida, la balanza se inclinó hacia lo marginal. "Había veces que me pegaba cinco días en un piso consumiendo y manteniendo relaciones sexuales con otros hombres. Tengo sus caras grabadas a fuego, pero no recuerdo sus nombres. En las 'chemsex' te acabas convirtiendo en un juguete de usar y tirar".
Abusos y violaciones
La despersonalización y la desinhibición se dan la mano entre las paredes del vicio. Entre zumos 'envenenados' de GHB, jeringuillas, lubricantes y pastillas, la pérdida de voluntariedad precede al horror. "El depredador sexual se mueve en ambientes en los que vaya a tener fácil abusar de ti o violarte. Es muy difícil en esas circunstancias decir no, por el bajo nivel de consciencia que tienes".
Víctor es sanitario. Cayó en las garras de estas prácticas en plena pandemia, cuando arrastraba una enfermedad mental. "La depresión me llevó al consumo. Yo soy una persona adicta. Perdí la familia, el trabajo, la salud, los amigos... Mi adicción al 'chemsex' ha supuesto un destrozo en mi vida".
La 'heroína de los gays'
La mefedrona o 'mefe' es uno de los compañeros de fiesta de los chicos homosexuales asiduos a estas prácticas. En polvo o en cristales, se consigue fácilmente en el mercado negro y se puede inhalar, ingerir o inyectar. Cuando se prefiere la vía intravenosa recibe el nombre de 'slam'. "La mefedrona es la heroína del mundo gay y es muy peligrosa", comenta Jesús.
"Volverse a pinchar en vena vuelve a estar de moda, como en los años 80", asegura Víctor. Junto a esta, el speed, la ketamina, el popper y el GHB completan el caldo de cultivo de noches de desenfreno clandestino que a veces culminan en sobredosis. Este último, el GHB, es un líquido de apariencia inofensiva que mezclan con zumos y refrescos que 'rulan' de mano en mano a modo de chupitos. "La primera vez que lo probé fue con un chico con el que quedé para tomar algo y conocernos. Fue mi puerta de entrada a los chill. Después, este chico acabó vendiéndomelo, fue mi camello". Víctor se sincera tras el 'Espejo de Silva' y recuerda sus primeras veces en las 'chemsex'. "Estamos hablando de drogas, de gays y de sexo. Lo tiene todo para que lo ocultes o lo vivas con vergüenza".
Problema de salud pública
"El 'chemsex' es sexo entre un grupo de personas, prolongado durante días en un domicilio particular, en un contexto de sustancias tóxicas y estupefacientes que incitan al sexo compulsivo". Este ex agente del orden utiliza las palabras precisas para definir lo que ha sido su calvario durante años. Jesús reconoce que existe vergüenza y pudor entre el colectivo homosexual en verbalizar los entresijos de una práctica cada día más habitual. Le preguntamos si desde los medios de comunicación, fruto de ese desconocimiento, podemos estar metiendo la pata y contribuyendo a cierta estigmatización.
"Es una realidad nuestra, intrínseca en el colectivo. Es un problema muy grave que hemos introducido en nuestro ocio y hay que sacarlo a la luz. Sífilis, gonorrea, VIH, etc... Al mantener relaciones sin protección tantas personas juntas que luego se van a ir a otras fiestas similares, van a contagiar todo lo que han cogido en esas fiestas".
El Centro Nacional de Epidemiología del instituto de Salud Carlos III muestra que el porcentaje de pacientes con VIH atendidos en hospitales españoles con 50 o más años, aumentó desde el 16,9% en 2008 al 55,5% en 2023. El modo de transmisión más frecuente fueron las relaciones sexuales no protegidas entre hombres. No es alarmismo, son datos. "Aunque se empieza a hablar de estas prácticas, no hay recursos destinados. No hay psicólogos, psiquiatras, camas para ingresos. Es un problema de salud pública que ya está tipificado. Esto va a dar la cara en 10 o 15 años y se va a llevar por delante a muchísima gente". La crudeza de las palabras de Víctor, enfermero de profesión, adicto y ex de estas orgías del placer envenenado.
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